Happy Egg

A simple vista Happy Egg parece un cómic destinado a un público juvenil, e incluso infantil. Las primeras páginas en las que se nos presentan al trío protagonista tampoco augura que estemos ante una lectura mucho más profunda. Rami, una diablesa sexy. Cebollino, un hombre cebolla. Y la protagonista de la historia, Pinipa, una niña llena de sueños e inquietudes. Los tres interactúan en una máquina de recreativos y aspiran a ganar el Happy Egg, el premio más deseado.

Sin embargo, a medida que vamos pasando las páginas vamos descubriendo una historia mucho más profunda. En el universo de Happy Egg las personas están obligadas a trabajar de por vida realizando a diario la misma tarea. Generalmente intrascendentes. Pinipa está condenada a transportar piedras de una montaña a otra. Cebollino debe cuidar a sus hijas cebollas para luego recolectarlas y venderlas. Y finalmente, Rami está obligada a visitar las casas de la gente que no cumple la ley e infringirles un castigo definitivo. La historia dará aquí un pequeño giro cuando Pinipa logre, de manera sorprendente, zafarse de su propio destino, y se encuentre de repente con infinidad de tiempo libre para realizar todas las actividades con las que siempre había fantaseado.

Y cuando ya parece que la historia no da para más, su autor vuelve a sorprendernos aportando un matiz psicológico, e incluso filosófico, que el lector no podía esperarse al principio de la obra. La insatisfacción de Pinipa ante una perspectiva de tiempo ilimitado y la realización de todo aquello que había sido su fantasía, aportan a la historia una carga de profundidad que sorprende al lector y que deja a las claras que no estamos ante una obra infantil ni juvenil. Difícilmente un público no adulto podría entender el giro que da la obra en su parte final y que es en esencia la propia insatisfacción del autor transmitida a las viñetas.

Happy Egg es la obra ganadora de la primera edición del concurso Impulso Manga que organiza GP Ediciones. Este cómic es la opera prima de Kaise, pseudónimo de Héctor Cisneros. Una carta de presentación en la que el autor se desnuda y nos deja ver sus sentimientos, sus miedos y sus traumas. Encerrados en las viñetas, Kaise muestra al lector la irracionalidad de sus pensamientos, su vacío interno. Y todo ello lo disfraza con unos personajes que en sí mismo serían intrascendentes. Lo que en apariencia parece una novela juvenil, se termina convirtiendo en un relato existencialista que nos da esperanza de estar ante un autor que puede llegar muy alto. Estaremos pendientes a sus próximas obras, con ganas de comprobar si se confirman las buenas sensaciones que nos ha transmitido con su primera obra.

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